Hoy empezamos una nueva sección en el blog sobre interiorismo y decoración. No somos profesionales del tema pero vamos a resumir secciones de los libros que nos gustan y nos parecen interesantes sobre la materia.
Hoy en día la mayoría de los objetos que nos rodean en nuestra casa, trabajo, cafeterías… son productos nacidos de una mentalidad industrial. Son por tanto fabricados en serie y dejan de ostentar su valor de singularidad. Antes una persona podía coleccionar, por ejemplo, veinte botijos, pues aun cuando salidos de la misma mano, la fórmula artesanal los hacía diferentes los unos de los otros. Ahora cuando el botijo se fabrica inyectando una materia plástica en un molde de acero, la pertenencia de una persona de veinte botijos puede representar la antesala del psiquiatra.
Por razones subjetivas tendemos a individualizarnos, a diferenciarnos de los demás, a no tener en nuestra casa lo que tiene todo el mundo. Hoy en día empresas como Ikea democratizan el diseño para todos pero con el inconveniente de que muchos hogares tienen el mismo aire. No queremos discutir esta actitud, sólo dejar constancia de la misma.
Pero queremos aclarar que la singularidad en decoración no siempre es sinónimo de belleza. Nos explicamos… Una vez admitido que el ser humano trata también de individualizarse a través de sus objetos, podemos analizar sus manifestaciones más frecuentes. Una de ellas es buscar desesperadamente objetos únicos, antigüedades. Es curioso que uno de los argumentos que utilizan los comerciantes de antigüedades es el de «Es una pieza única» Dicen esto porque saben perfectamente que la apetencia de compra del cliente, en la mayoría de los casos, se basa más en el criterio de originalidad y coleccionismo que en el amor por la pieza bella y antigüa que nos diferencia de los demás. En Condecórate queremos que te enamores del objeto independientemente de si es único o no. Creemos que la belleza de la pieza está en los ojos de quién la mira.
No tenemos que temer que el objeto industrial nos uniforme. Sigamos siendo nosotros mismos y recordemos que todos los objetos colocados en nuestra casa transmitirán un mensaje a quién sepa interpretarlo, y a nosotros en primer lugar y en todos los momentos del día.
Escojamos, pues, los objetos con cuidado y pensemos que aquellos que adquiramos recibirán el influjo de todo lo que les rodeará, que dejarán de ser un poco lo que son para convertirse en elementos de un conjunto. Y que por ser nuestros, empezarán a hablar en nuestro nombre.
Bibliografía: El Libro del Hogar. R. Marquina – S. Pey 1974 del apartado El lenguaje del Objeto.
La verdad que esta es la frase «la belleza de la pieza está en los ojos de quién la mira», porque al final todo va por gustos, cada uno con su estilo pero ninguno es más que otro, que como todo, siempre arma una guerra, a mi me encanta las tendencias clásicas, pero mi mujer no me deja poner prácticamente nada en el salón, jaja.
Un saludo.